Historia
Breve reseña histórica
Los primeros vestigios representativos de la presencia humana en la zona se sitúan en la Edad de los Metales, por los numerosos yacimientos que pueden datarse en ese período, iniciándose la ocupación durante el período Calcolítico o del Cobre y prolongándose durante la Edad del Bronce. Precisamente a estos momentos prehistóricos pertenecen hallazgos de arquitectura megalítica encontrados en parajes como la Venta del Charco, Navalazarza, Torrubia y Casa de Juan Sánchez. También cabe mencionar la exhumación de hachas metálicas en Torrubia y el Castillo de Azuel.
Estos primeros momentos de la Historia, al igual que la ocupación romana parece confirmarse que estuvieron ligados a los recursos mineros del término, sin que quepa una firme constatación arqueológica de la presencia de asentamientos urbanos de cierta envergadura.
Iniciada la Edad Media, es muy probable que el área del actual término comenzara a adquirir relevancia por su ideal situación en el eje de comunicación entre Córdoba y Toledo. Durante la presencia islámica el actual municipio perteneció a la cora o provincia de Fahs al Ballut (Campo de las Encinas), llegando a representar un medio políticamente muy dinámico por su valor estratégico en el siglo XI. Un buen ejemplo de esa importancia estratégica la encontramos en la posible batalla que se libró en la actual aldea de Azuel, en la que las tropas cristianas derrotaron a las huestes musulmanas de Córdoba y dieron muerte al que fuera alcaide cordobés Aben-Zuel. Tal fue el valor estratégico del paso natural por Sierra Morena que el viejo camino serrano conoció la construcción de numerosas fortalezas y atalayas para su defensa. Algunas de las fortalezas y torres se situaron en lugares como Torreparda, Inhiesta, Azuel, Navalconejuelo, Atalaya, Torrejón… Por desgracia estas fortalezas han sucumbido al paso de los siglos, al abandono y a los conflictos militares de la historia. Conserva aún cierta relevancia la denominada Atalaya de Cardeña, construcción militar que se levanta entre encinas y que formaba parte de un rosario de fortificaciones destinadas al control de las principales vías de comunicación que atravesaban la serranía junto a las fortificaciones de Fuencaliente (Ciudad Real), Villanueva de Córdoba, Marmolejo (Jaén), Montoro (Córdoba), Adamuz (Córdoba), Villa del Río (Córdoba), Andújar (Jaén), etc.
Tras la reconquista de estas por Fernando III “El Santo” y a lo largo de toda la Baja Edad Media se mantuvo el uso del viejo camino a Toledo, aunque presentaba un generalizado despoblamiento que favorecía el pillaje y la inseguridad de los viajeros. Con el propósito de reducir o eliminar esa inseguridad, sería Enrique III quien en 1394 concedió a la ciudad de Córdoba un total de doce ventas francas en los caminos que iban a Almodóvar del Campo y a la actual Ciudad Real por Adamuz y El Villar. El tramo de Adamuz, que corresponde a lo que posteriormente se conocería como Camino Real o Camino de la Plata, discurría por el límite occidental del actual término de Cardeña.
Para encontrar el nacimiento de Cardeña también tendríamos que remontarnos a los antiguos caminos y ventas y, en concreto, al que discurría desde Montoro a Fuencaliente, ya utilizado en la época musulmana y entorno al cual se situaban seis ventas: La Chaparrera, Venta del Charco, Venta de San Antonio, Venta del Cerezo, Cardeña y Azuel.
Es, con la exención de cualquier tipo de tributo a aquellos abnegados venteros y alrededor de estas ventas, el lugar en el que se aglutinan los colonos que desde el siglo XVIII comenzaron a roturar el terreno, donde se conformarán los actuales núcleos de población. Precisamente, a mediados del XVIII en Catastro de Ensenada podemos hallar la descripción de tres ventas: las del Charco, Cardeña y Azuel, todas ellas formadas por una venta-posada y algunas viviendas con techos de retama y modesta fábrica.